Todos quieren parecerse a ella,
pero no por lo bonita que es, sino por cómo y quién es. El ser es aquello que
nunca podremos conocer de alguien, es tan inefable, cuando más creemos que
conocemos a una persona más inalcanzable se vuelve para nuestros sentidos. Si
nos comparasen con mundos se quedarían cortos, nuestra complejidad produce una
colisión entre todos los planetas, entre todas las galaxias, entre tú y yo.
Pero, ¿quiénes somos tú y yo? ¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo? ¿Qué somos?
Tal vez, formemos parte de la
inmensidad del espacio, de polvo cósmico, de las nubes que impiden que el sol
resplandezca. Puede que seamos cenizas de chimeneas quemando recuerdos
antiguos, recuerdos de historias en los que fuimos pero que ya no somos;
tímidos rayos de sol indicando que un nuevo día, que una nueva oportunidad para
conocernos se acerca; viento que acariciará la cara de ambos, pero que ni aun
así nos podremos oler; olas perdidas en un gran océano. Somos grandes cosas que
fueron, pero que no volverán, que vivieron pero se creen olvidadas; pequeñas
cosas, que por más que pienses, se han marchitado.