miércoles, 7 de septiembre de 2016

Dos menos doce minutos.

Las dos menos doce minutos de un día  cualquiera, de un mes insignificante, de un año poco importante. Sigo sin encontrar qué quiero ser, quién quiero ser, sí que es cierto que conforme pasa el tiempo tengo claro ciertos valores y pensamientos que llevaré a cabo, o por los que me dejaré guiar y configurar mi personalidad. Pero aun así, no tengo prisa, tan sólo tengo diecisiete años. No he vivido ni la mitad de tiempo que se suele esperar, aunque eso nunca se sabe a ciencia cierta ya que cualquier día inesperado puede llegar una enfermedad, un accidente o cualquier problema que sin pedir permiso ni perdón son capaces de arrebatarte la vida. Aún así, sigo sin prisa, creo que me quedan muchas alarmas por poner, muchos paseos por la playa cerca de mi querido mar, muchos abrazos por dar, tonterías por hacer y sobretodo, querer mucho... Querer a algunas personas cerca, a otras lejos o simplemente a otras por las que con el único hecho de levantarse cualquier mañana, hagan que el mejor amanecer posible haya sucedido.

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