sábado, 25 de noviembre de 2017
Almas acompasadas.
Puede
que no estemos todo lo cerca que quisiéramos estar, unos cuantos kilómetros que
separan dos cuerpos, pero no dos almas. Cada una de ellas, desde siempre
ha latido sola e independiente, pero
desde nuestro primer encuentro nada ha
sido lo mismo. Seguimos siendo libres pero ahora el latido de una se acompasa
con la de la otra, creando un bonito compás, formando una preciosa melodía.
Melodía que iluminas con tu mirada. Mirada que envuelve todos y cada uno de mis
sentidos para quedare extasiados. Evasión, lo que siento al estar contigo e
incluso me reduzco al hecho de pensarte. No son pocas las veces en las que
pensamos en quién queremos, ofrecemos esfuerzo, tiempo y al fin y al cabo vida.
Sólo tenemos una, pero sería una miseria si no la compartimos con alguien que
la merezca de verdad. Verdad que se afirma con un “te quiero” y se confirma con un beso. Beso que hace
sentir y latir intensamente más rápido cuando te acercas. Es curioso cómo nos
fundimos en uno, mil problemas pueden estar ocurriendo fuera, o dentro, y basta
para aproximarnos para que estos se evadan como nuestros pensamientos
al pensar en el otro. Siempre hemos vivido sin nuestra compañía pero qué bonito
compartir momentos, amaneceres, cosquillas en la espalda, secretos incontables,
besos, caricias, tiempo. El tiempo es tan egoísta por no dejarnos prolongarlo y
volver a atrás en él, lo que vivimos cada día es único, nunca más besarás a una
persona en el mismo instante tras pasados unos días, ni yo estaré escribiendo
esto nunca más. Suena duro decir eso, nos da a pensar en la forma en la que lo
podemos aprovechar y con quién queremos compartirlo. Pero acordaros, de que no
cualquier alma forma la misma melodía con otra.
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