No han pasado ni 24 horas desde que nos has dejado. Para muchos de nosotros no somos conscientes de ello. Esto parece otra realidad, otro universo en el que no asimilamos que no volverás a estar con nosotros. Nos faltarán esas fotos en las que tanto presumías de tus estilismos y de ser la fucking Beyonce como a ti te gustaba decir. Tampoco puedo imaginar que no habrá más audios descontrolados después de haber tomado una taza de café, ni covers de cualquier canción random que saliera en la radio interpretada por tu particular energía. Y digo particular porque en 19 años de vida no he conocido a otra persona como tú. Gracias por hacer mis mañanas más amenas en clase, por pedirme que te guardara el sitio aun cuando yo llegaba más tarde que tú, por llamarme cuando más lo necesitaba o simplemente por sonreír y hacer que la vida podía ser mucho más bonita si la mirábamos con tu forma de pensar. Al menos puedo decir que todo lo que sentía hacia ti lo sabías, espero que supieras lo mucho que te admiro y te quiero. Sé que nunca vas a poder leer esto, de hecho mañana me encontraré de camino a tu entierro pero me sentía con la necesidad de escribirte por última vez. Puedo decir con total seguridad que de ti hemos aprendido muchísimo, no solo yo sino todos los que te rodeaban, nos has dado una valiosa lección de vida, aun cuando peor estabas intentabas animarte o llevar situaciones difíciles con la mayor de tus sonrisas y tu bienestar. Creo que no hablo solo por mi cuando digo que nos has enseñado a valorar más la vida, sus pequeños detalles y sobretodo las personas que se encuentran en ellas. Desafortunadamente tú no vas a seguir físicamente aquí pero te aseguro que no va a pasar ni un día en el que ninguno de nosotros te piense ni se acuerde de lo maravilloso que eres. Ojalá algún día pueda darte todos esos abrazos que habíamos ido acumulando y no me cansaré de repetirte que te voy a echar de menos.
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