No me gusta sentirme dependiente de nada ni de nadie, pero me encuentro dependiendo de un cariño inexistente, de unas caricias cuyas manos no sé descifrar su identidad. Es curioso como el corazón necesita tanto en diversas situaciones, pero la realidad y el contexto en el que nos desenvolvernos, nos imposibilitan poder satisfacerlo. Resulta absurdo sentir esta sensación si no hay personas con las que te imagines compartiendo vida, y el mero hecho de pensar en sentir hacia otra persona, se convierte en el mayor desafío con el que nos podemos encontrar. Un desafío que afrontamos de forma negativa, llegando a ser considerado como una utopía. Utopía inalcanzable por el conjunto de sucesos y acciones que consciente o inconscientemente han desencadenado dicho estado. Estado del que deseamos salir, pero que no podemos encontrar el cartel de salida sin importar la dirección en el que lo busquemos. Búsqueda que nos mantiene con cierta angustia al prolongarse más de lo deseado. Angustia que nos permite sentir y a su vez, vivir. Vida que se resume en la capacidad de sentir. Sentir para vivir y vivir para ser conscientes de lo que sentimos, aunque estos sean la principal razón de que en ocasiones queramos dejar de vivir.
sábado, 20 de julio de 2019
domingo, 14 de julio de 2019
Caja de Pandora.
Esa sensación de constante insuficiencia para todos y para ti misma. Sentir la gloriosa capacidad de las personas que te rodean pero ni si quiera presentir la tuya propia. Esa voz de indiferencia, de daño propio, de cosechar nuestros peores pensamientos recogiendo nuestros miedos, inseguridades y desdichas. Supongo que aunque intentemos parecer muy fuerte, en numerosas ocasiones nos sentimos de esta manera. Somos incapaces de valorarnos sacando solo a relucir lo que pensamos que ven los demás, siendo nosotros mismos ciegos de nuestro propio ser. Se suele decir que no es más ciego que quien no quiere ver, pero ¿y si no sabemos ver? ¿Y si nadie nos ha enseñado a ver lo que somos? ¿Y si nadie se ha molestado en enseñarnos cómo ser? Se dan tantas cosas por sabidas que parece mentira que nuestra primordial capacidad permanezca en la caja de Pandora esperando a que algún investigador lo descubra. ¿Quiénes son los demás para descubrir lo que eres tú? ¿Qué no eres tú qué los demás sí? Tenemos la necesaria suficiencia de aprender y descubrir quiénes somos, de no aceptar la incertidumbre de otros y de aprender que en determinadas situaciones, nos dejamos llevar por el erróneo caso resuelto del misterio del ser que moviliza a tantas personas a descubrirlo.
lunes, 1 de julio de 2019
¿Veneno o antídoto?
Todos somos veneno y cura a la vez, tanto para los demás, como para nosotros mismos. ¿Cuántas veces herimos e intoxicamos nuestro alrededor, nuestro interior sin que esto se convirtiera en la principal finalidad de nuestros actos? Actos que sistemáticamente se convierten en consecuencias, consecuencias que ni tú, ni yo, supimos prever ni prevenir. Pero, ¿cómo podemos prevenir algo que ni siquiera se ha creado? Acciones de milisegundos que nos envenenan, acciones de nanosegundos que nos curan. Nosotros tenemos la capacidad de la dualidad siendo nuestro mejor antídoto frente a nuestro peor veneno. Pero, ¿qué pasa con los demás? ¿Seremos nosotros quienes les intoxiquemos y curemos? ¿O será un mero reflejo de lo que llevan en su interior mostrándose incapaces de admitir su culpabilidad? Veneno o antídoto. ¿Tú qué eres? ¿O acaso no quieres ser ninguno?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)